Joaquín Pascual / La frontera

9.3

Joaquín Pascual se ha convertido en uno de los mayores “no-ignorados” del panorama musical español. Su evolución desde Surfin’ Bichos, pasando por Mercromina y Travolta, y terminando por esta aventura en solitario, ha estado marcada siempre por la admiración general. Quizás por esto nos hemos acostumbrado a su aparentemente infinita creatividad, damos por sentado su talento y, aunque tenga muy buenas críticas que le coloquen en lo mejor del año, no va a provocar ningún revuelo. Este “La frontera” va a pasar por las vidas de todos nosotros con disimulo, como un susurro, y eso lo hace aun más grande.

Poca gente se esperaba que después del sucio y rabioso “El ritmo de los acontecimientos” cuya producción era casi nula, llegara un disco con un sonido tan cuidado. En la gira de “Aproximación a la frontera” nos hizo creer que iba a seguir el mismo camino que en su anterior trabajo, pero esas canciones todavía estaban por terminar. Con “Un ritmo caliente” todavía estamos dentro de su primer álbum, es el enlace perfecto entre aquel y este presente. Termina con un final muy a lo Pony Bravo, y tras el primer interludio musical empieza “Tres vidas” con una percusión radicalmente opuesta a toda la escuchada anteriormente en Joaquín Pascual. Es la tónica predominante del disco, un sonido tan sencillo con una delicadeza fascinante. Los arreglos de viento ponen los pelos de punta, y el broche final de las cuerdas hace que terminemos de subir al cielo.  Tras el segundo interludio, ese marciano pasodoble instrumental llamado “Señor, señor” llega la canción con el sonido más agresivo del álbum. “La perspectiva” es la “menos mejor” quizás por esa forma de hablar en segunda persona que tanto repelús le da al que escribe esta crítica. Por lo demás, nada que objetar.

Esas letras que Joaquín susurra más que canta ya no están tan desnudas como antes, pero siguen tocando de manera muy personal. En “Vivir por vivir” contagia de una melancolía casi insoportable, y para despedirse lo hace con un tono extrañamente infantil en “Cosas bonitas”. Este último corte queda resuelto con una preciosa explosión que se va deshaciendo, se derrite y nos deja con la sensación de haber escuchado algo pequeño y gigantesco a la vez.

La edición del disco viene con unas bonitas ilustraciones de Joaquín Reyes en una sencillísima edición. El CD solo cuesta 6,99 y el vinilo (que también lleva el CD y es aún más bonito) 13,99. Da gusto poder adquirir una joya así por un precio tan bajo. ¿Demasiado simple la edición en CD? Joaquín Pascual lo hace por sus canciones, no hay más. Por cosas como esta, una persona tan de a pie como él me hace sentir tremendamente pequeño. Este pequeño genio es tan grande como la piscina olímpica del patio.